Lugones: de Costa Rica a México

Toda historia tiene un inicio y la que conecta a Cvltvra con Lugones arranca el 8 de mayo de 1916 cuando Joaquín García Monge le escribe una carta a Alfonso Reyes (quien radicaba en Madrid) en papel membretado de la colacción Ariel. A Costa Rica había llegado Lugones en 1912 con la publicación de una Antología de 64 páginas a cargo del mismo García Monge y cuatro años más tarde, el joven crítico Antonio Castro Leal, amigo cercano a Reyes desde 1914, empredería un proyecto semejante para la colección Cvltvra.

Son estos los hilos que conectan a Cvltvra (2006-1923 con Ariel (1907-1917), a Reyes con García Monje y, por supuesto, a Lugones con las estéticas mexicanas modernistas y postmodernistas que se dan en México. Examinar estas relaciones, a la luz del contexto de la época, nos ayudará a entender parte del proyecto editorial de la colección mexicana y el acierto que significó la publicación del poeta argentino.

Publicitada en Costa Rica por Joaquín García Monge como una colección de “epítomes de la literatura internacional, antigua y moderna”, Ariel editó en 1912 la que es reconocida como la primera antología que se publicó sobre la obra de Leopoldo Lugones. Cinco años más tarde apareció la segunda, esta vez en territorio mexicano y con la particularidad de ser dedicada completamente a su producción lírica dentro de la colección animada por los mexicanos: Agustín Loera y Chávez y Julio Torri: Cvltvra. Cvltvra. Selección de buenos autores antiguos y modernos.

Si no indagamos más en estas conexiones, la coincidencia no pasaría de una mera curiosidad bibliográfica que conecta dos proyectos editoriales interesados en difundir la obra del escritor argentino. Un examen profundo de tales lazos excede los límites de esta nota, aunque ya Heliodoro Valle lo ha dicho de manera contundente: “Cvltvra es heredera de Ariel”.[1]

En una se trata de los «epítomes de la literatura internacional», en la otra de los «buenos autores»; y aunque el sentido sea semejante, para la costaricense identificamos un afán por editar a los autores indispensables, mientras que en la mexicana se añade un sesgo que rebasa los lindes estéticos:

Van encaminadas estas publicaciones a poner en las manos de todos los buenos libros. Campaña es ésta contra las novelas policíacas y folletinescas, que tan mala influencia ejercen entre nuestras clases populares, y que son ejemplares del gusto artístico más depravado.[2]

Ya ha sido comentado el sentido de las palabras de Torri por Freja Cervantes y Pedro Valero en la presentación a la edición facsimilar que se realizó en 2016, así que sólo mencionamos que ese sentido social y moral por medio del cual Cvltvra quiere incidir en las «clases populares» –en sentido directo con el consumo de la literatura del impreso periódico–, tuvo al mismo tiempo una innegable incidencia en el desarrollo de las estéticas literarias del campo nacional.[3]

Destaca además la identificación entre ambos proyectos en lo que se refiere a los afanes por reproducir lo más granado de la literatura «antigua y moderna», de ahí que la nómina de autores de Cvltvra incluya lo mismo a Sor Juana Inés de la Cruz que al nicaragüense Salomón de la Selva.

Tal como ya ha sido señalado por Freja Cervantes y Pedro Valero, Cvltvra mantiene conexión con otros tres proyectos similares que la antecedieron: Biblioteca de la Nación (1901), Biblioteca Argentina (1915) y la Cultura Argentina (1915). De Ariel, por ejemplo, se sabe que comparten en su catálogo algunas obras, por dar sólo un ejemplo: El pájaro azul de Maeterlinck –publicado en México en 1916– es la misma versión traducida por Roberto Brenes Mesen que había reproducido en 1912 la costarricense.

Interesa subrayar el que en ambos proyectos editoriales subyace un carácter didáctico-formativo, así como el de modelar el gusto, crear un público lector y, por sobre todo, construir un destinatario habituado a comprar libros y formar su biblioteca mediante estrategias comunes. García Monge y su Ariel fue sin duda el antecedente más cercano de Cvltvra si pensamos en los formatos coleccionables: “repertorio americano publicado en cuadernos quincenales” era como se anunciaba la centroamericana.

De igual manera, los fascículos de Cvltvra se podían comprar por número suelto o en serie y, lo mismo, se trataba de compilaciones, obras breves, antología de poemas, ensayos o prosas varias.

Leopoldo Lugones, El problema feminista. 1916. Colección Ariel, 70.

Página legal de Rincón de los niños (Cuentos y recitaciones). 1909. Colección Ariel, núm. 5, vol. 3.

Es conocida la amistad que se dio entre Alfonso Reyes y el editor García Monge gracias a la primera edición de Visión de Anáhuac (Costa Rica: Alsina, 1917. Colección Convivio). Tal como se había señalado, es a partir de 1916 en que inicia el intercambio epistolar que da cuenta del diálogo y recomendaciones entre ambos escritores. Queda por indagar el papel de Reyes en la recomendación a los editores de Cvltvra para publicar a Lugones, aunque también es justo señalar que la figura del argentino ya era conocida en los círculos literarios mexicanos gracias a José Juan Tablada, quien desde la Revista Moderna se había encargado de difundir y comentar su poesia desde 1898.

En fechas más recientes a la edición de Poesías por Cvltvra, Ramón López Velarde publicó «La corona y el cetro de Lugones » (Vida Moderna, 19 de octubre de 1916), donde reconoce el poderío verbal del argentino y su deuda poética. En ese ensayo se han identificado algunas de las líneas más puntuales del sistema creativo del jerezano; quede como muestra la siguiente cita:

«El sistema poético hase convertido en sistema crítico. Quien sea incapaz de tomarse el pulso a sí mismo, no pasará de bo­rrajear prosas de pamplina y versos de cáscara […] Hemos perdido la inteligencia del lenguaje usual, y el Diccionario susurra».

Para seguir en el diálogo entre Ariel y Cvltvra, de Lugones está el antecedente del número 23, correspondiente a diciembre de 1912. Dicha antología agrupa ocho textos en prosa y en verso, y sólo uno de ellos se repite en las Poesías que selecciona Antonio Castro Leal para Cvltvra. Se trata del poema: “Oceánida”.

Portada de Poesías, de Leopoldo Lugones. Colección Cvltvra,1917.

Con un precio al público de $0.25 oro nacional e impreso el 1º de abril de 1017 en la Imprenta Victoria, Poesías es una selección de 41 textos en el tradicional formato de la colección. Su portada es un grabado de escena nocturnal del pintor aguascalentense Saturnino Herrán que enmarca los datos bibliográficos del libro: autor, título, año… impresos en una tipografía en la que se percibe el espíritu de la época art decó.

Impresa a una sola tinta, en el margen inferior de la imagen de portada, destacan dos grupos de elementos: del lado derecho, la luna llena; del izquierdo, una pareja joven abrazada. La escena anticipa e ilustra mucho de lo que se lee en la antología, pues hay poemas donde la luna juega un papel central.

Además de las obras extraídas de El lunario sentimental, de entre los 43 poemas de la selección, destacan 10 por sus alusiones directas: “Divagación lunar”, “Allegro, ma non troppo”, “Luna maligna”, “Himno a la luna”, “Luna crepuscular”, “Luna de las tristezas”, “La muerte de la luna”, “Claro de luna”, “La blanca soledad”, “Luna campestre”, por lo cual la imagen de portada cobra un papel .

En otro sentido, de la nota que le sigue al “Estudio”, podemos inferir que la obra de Lugones no había circulado en México en formato de libro. “Las poesías incluídas en este cuaderno son las que parecen mejores en la obra actual del poeta, sin ningún concesión a un criterio popular” (xiii), apunta Castro Leal. Rescato esta frase porque a partir de ella el crítico mexicano sentencia: “He aquí un poeta popular, y apenas alguno conoce sus libros: es la fama extensa y mitológica que da el periódico”.

La importancia de la edición radica en que Cvltvra se da cuenta de un nicho de mercado que había sido desantedido en México. Si Lugones no ha circulado en libro en México y no se conoce bien su obra, ellos serán los primeros en ponerlo a circular en volumen.

Destaca que Castro Leal mismo, a pesar de ser uno de los libros más comentados desde finales del siglo XIX por Tablada, apunta en su estudio introductorio: “no he logrado ver Las Montañas del Oro, y de las Odas Seculares no creo que haya ningún ejemplar en México”. Noticia que define los modos de circulación de boca en boca o por medio de las notas en revista, pero no necesarimente por la lectura directa de las obras.

Es por ello que la antología de Cvltvra cobra especial interés. Además de ser el quinto libro que publica Lugones fuera de territorio argentino, es el primero que se edita en suelo mexicano del argentino, a quien se conocía hasta ese momento muy seguramente sólo por sus colaboraciones en revistas y periódicos.


REFERENCIAS

[1] Pedir referencia a Freja.

[2] Julio Torri, Obra completa, Serge I. Zaïtzeff (ed.), México, Fondo de Cultura Económica, 2011.

[3] Freja Cervantes y Pedro Valero, «La colección Cvltvra y los fundamentos de la edición mexicana moderna (1916-1923)», p. 39.


BIBLIOGRAFÍA

Alberto Enríquez Perea, «La América que tanto queremos: Alfonso Reyes/Joaquín García Monge», Comunicación. Volumen 17, año 29, Edición Especial, 2008 (pp. 20-30).

Ramón López Velarde, “La corona y el cetro de Lugones”, Vida Moderna, México, 19 de octubre de 1916). 

Alfonso Reyes, Revista Cultura Hispanoamericana, «Literatura americana», 15 de febrero de 1917, pp. 37-40

Alfonso Reyes, Obras completas. VII. Cuestiones gongorinas. Tres alcances de Góngora. Varia. Entre libros. Páginas adicionales. México, Fondo de Cultura Económica, 1958, pp. 472 y 473. [Letras mexicanas].