Una antología revolucionaria, sin Revolución

Crear subtítulo con: A propósito de Anónimo: Antología de poetas modernos de México, Cvltvra, t. XII, núm. 2, México, 1 de junio de 1920, 220 p.

Antonio Cajero

Dos meses antes de cumplir su cuarto aniversario, la colección Cvltvra publicó, sin firma, la Antología de poetas modernos de México, correspondiente al volumen 2 del tomo XII, fechado el 1 de junio de 1920. Fue impreso en la Tipografía Murguía, localizada en Avenida 16 de Septiembre, #54. El costo del ejemplar, con el formato de “número doble” (de 200 o más páginas), fue de un peso. El número sencillo (de hasta 100 páginas) valía cincuenta centavos. Los datos sobre el tiraje de esta antología resultan ambiguos y parciales, ya que la media docena de ejemplares consultados contiene la misma leyenda: “De esta obra se han impreso 300 ejemplares de lujo numerados del 1 al 300”. Sólo uno de ellos está identificado con el número 43. No puede saberse si hubo otra edición en rústica ni cuántos ejemplares se tiraron en este formato; tampoco, si la edición de este volumen se redujo a la versión de lujo.

Destaca en la Antología de poetas modernos de México la sobriedad del diseño, comparable con el número inaugural de Cvltvra, en el que únicamente aparece el título de la colección en mayúsculas, a una tinta, centrado en la parte superior, sobre el cartoncillo verde olivo de las pastas y sin ilustraciones. La Antología de poetas modernos de México, por su parte, fue empastada con cartoncillo anaranjado y su portada, a dos tintas, carece también de ilustraciones, es decir para su composición sólo se emplearon recursos tipográficos y de contraste: en la parte superior derecha, se halla el título del volumen en tinta negra y enmarcado en un rectángulo rojo, lo que produce el efecto de una ventana; en la parte inferior izquierda, como contrapeso visual, el recurso de los colores se invierte, ya que el nombre de la colección aparece en tinta roja con subrayado en negro.

De acuerdo con Guillermo Sheridan, esta Antología de poetas modernos de México sobresale entre las empresas similares de la época, inclusive sobre la editada por Genaro Estrada en 1916, Poetas nuevos de México (Antología con noticias biográficas, críticas y bibliográficas), “una antología –para emplear las categorías de Reyes– de aliento «objetivo histórico», por su armazón, y a la vez «de coleccionista», por sus objetivos y su selección”. La Antología de poetas modernos de México representa una muestra de la poesía mexicana, desde Manuel Gutiérrez Nájera y los poetas de la Revista Azul hasta los integrantes del Ateneo de la Juventud alojados en la Revista Nueva (1919) dirigida por José Gorostiza Alcalá y Enrique González Rojo. Esta “primera antología moderna del país” mantiene muchas deudas con la que Sheridan estimó como de “buenas noticias bibliográficas y crítica aguda, pero conciliatoria y festiva como un retrato de familia”, a cargo de Estrada.

Entre los trabajos precursores de la antología de Cvltvra destacan Las cien mejores poesías (líricas) mejicanas, de Antonio Castro Leal, Manuel Toussaint y Alberto Vázquez del Mercado (1914); el Parnaso de México, antología general de poetas mexicanos, de Enrique González Martínez y Enrique Fernández Granados (1919); así como las fuentes directas de la Antología de poetas modernos de México: la mencionada de Genaro Estrada y Los poetas jóvenes de México y otros estudios nacionalistas, ejercicio crítico-antológico de José de Jesús Núñez y Domínguez (1917). Aun cuando por su enfoque, magnitud e intención no pueden equipararse entre sí, resultan ilustrativas en la medida en que pretenden dar cuenta del proceso poético de un corte sincrónico específico: la de Estrada, de 1894 a 1916; la de Núñez y Domínguez, centrada en los poetas jóvenes vigentes, de López Velarde a Martín Gómez Palacio, ca. 1912 a 1917.

            Núñez y Domínguez, más que competir con su antecesor, hace énfasis en la poesía de los jóvenes poetas mexicanos emergentes durante la Revolución y la fase constitucionalista. De pasada, se aprecia un auténtico empeño por establecer coordenadas críticas y ofrecer muestras antológicas en torno de las recientes promociones en el panteón regido por Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Nervo, Urbina y, más cercano, González Martínez. No obstante este valor crítico-antológico del texto de Núñez y Domínguez, la antología de Estrada resulta modélica para la Antología de poetas modernos de México. Como relata Sheridan, González Rojo habría atribuido esta colección a Manuel Toussaint; sin embargo, le parece más loable adjudicársela a Carlos González Peña, Enrique González Martínez y Ramón López Velarde, por sus funciones editoriales en Cvltvra. Si bien estos personajes tuvieron un papel preponderante en la colección de Loera y Chávez, formalmente su injerencia editorial no habría ocurrido sino hasta después de diciembre de 1920, como lo testimonia Verónica Loera y Chávez al señalar que González Martínez, González Peña y López Velarde habrían tenido alguna posición decisoria en el organigrama de Ediciones México Moderno, pero no necesariamente intervenían en la colección Cvltvra; para diciembre, además, ya había pasado medio año de la publicación de la Antología; finalmente, no hay evidencia alguna que vincule la autoría colectiva propuesta por Sheridan con la antología de Cvltvra. Por el contrario, un cotejo superficial de la antología de Estrada y la de Cvltvra permite identificar diversas afinidades: podría decirse que la Antología de poetas modernos de México constituye una versión actualizada hasta 1920 y depurada del aparato crítico de su antecesora de 1916, más acorde con la intención de divulgar “buenos autores antiguos y modernos” con una amplia circulación para formar un nuevo tipo de lector, en opisición al carácter elitista de los Poetas nuevos de México, dirigida a investigadores y extranjeros e interesados en la poesía mexicana de entresiglos.

El carácter anónimo de la Antología de poetas modernos de México despierta algunas sospechas no sólo sobre su autoría, sino sobre las razones que los editores de Cvltvra pusieron en la balanza para no solicitar la identificación de los responsables. ¿Fue Agustín Loera y Chávez el antologador? Acaso. No se olvide que para esas fechas estaba a punto de salir al público la revista México Moderno donde él coordinaría la sección “La joven literatura mexicana”; conjeturalmente, para difuminar su participación en la Antología de poetas modernos de México, podría haber empleado el ardid del anonimato. ¿También fue una argucia atribuirla a varios autores, como se desprende de la “Nota preliminar”?: “Hacer una continuación a la magnífica serie que constituyen los volúmenes de Gutiérrez Nájera, Othón, Díaz Mirón, Urbina y González Martínez; pero hacerla tan amplia y tan actual que presente en conjunto el cuadro de la más nueva poesía mexicana, tal ha sido el propósito de los editores de esta publicación”. En relación con el anonimato, no ayuda saber si se trata de uno o de varios editores: se necesitan nombres. Y sí, se trata de una colección de la más reciente poesía del momento, pero también sin trazas del conflicto que marcó la década previa. Es probable que este desarraigo histórico de los poetas antologados fuera otro motivo para justificar el anonimato de los editores. Con base en los elementos textuales, puede inferirse la participación o asesoría de un personaje cercano a Cvltvra y a varios de los jóvenes poetas antologados: Genaro Estrada.

Por indicios varios, puede afirmarse que Genaro Estrada intervino en la confección de la Antología de poetas modernos de México o, en todo caso, que los editores de esta tuvieron como guía la que Estrada publicó en 1916. He aquí algunas coincidencias que sustentarían esta hipótesis: 21 de los 25 poetas reunidos por Estrada aparecen nuevamente en la Antología de poetas modernos de México. Quedaron fuera de la selección de Cvltvra: Rubén M. Campos, Enrique Fernández Granados, Justo Sierra y Jesús E. Valenzuela. Al parecer, los editores de Cvltvra asumieron lo que Estrada expresara acerca de Sierra y Valenzuela, en específico sobre sus limitaciones como poetas. En los casos de Campos y Fernández Granados, aun cuando el primero anunciaba la publicación del poemario La flauta de Pan, nunca lo dio a la imprenta; además, entre 1916 y 1920 se había volcado casi por completo a escribir crónica musical en El Universal Ilustrado y Revista Musical de México. El segundo habría pergeñado algunos poemas, pero tampoco tenía un libro publicado para 1920, lo que pudo servir de argumento para descatalogarlo y, así, dejar libre el espacio para más de una veintena de jovencísimos poetas que completaban el cuadro de la poesía mexicana del momento, aun si no tenían libro publicado o no escribieran en verso.

En Poetas nuevos de México, se recoge ya una muestra mínima de cinco poetas jóvenes: en la adenda titulada “Otros poetas nuevos”, se incluye a Enrique Fernández Ledesma, Esteban Flores, José D. Frías, Francisco González Guerrero, Samuel Ruiz Cabañas y Jesús Villalpando que, a juicio de Estrada, eran “dignos ya de figurar en una colección de esta índole”. Con excepción de Jesús Villalpando que no se consolida nunca como poeta, en la Antología de poetas modernos de México, los cuatro restantes se sumarán a otros 28 jóvenes, intercalados entre los 21 rescatados de Poetas nuevos de México. En total, la selección de 1920 reúne 54 poetas modernos.

Sobre la organización de los materiales antologados, Estrada señala: “De acuerdo con el plan que hemos aceptado para la antología de Poetas nuevos de México, los autores aparecen en orden alfabético de apellidos, y de cada libro de poesías de cada autor se reproducen algunos de los mejores poemas, según el orden cronológico de las obras”. Mientras en la de Cvltvra, en nota al pie, se explica el peculiar índice en que se privilegia la cronología de las revistas o grupos con que los poetas aparecen vinculados (Revista Azul, Revista Moderna, Ateneo de México, Nosotros, posteriores al Ateneo y del Ateneo de la Juventud): “Los poetas se hallan en orden alfabético, en el libro. Este índice da idea de la época de aparición de cada artista. Se ha procurado reunirlos en grupos, o, mejor dicho, expresar los grupos cuando éstos existen. Los poetas que siguen, bajo la línea que demarca cada grupo, ha de entenderse que son contemporáneos de él, o inmediatamente posteriores” (p. ix). Como se observa, estos criterios ya habían sido ensayados por Estrada en su antología.

Finalmente, la Antología de poetas modernos de México se halla en sincronía con la sección denominada “La joven literatura mexicana”, de la revista México Moderno (1920-1923), a cargo de Agustín Loera y Chávez. Entre los poetas ahí comentados se encuentran Jaime Torres Bodet, Enrique González Rojo, José Gorostiza Alcalá, Luciano Joublanc Rivas, Carlos Pellicer Cámara, todos presentes en la antología de Cvltvra. Para confirmar los aportes, y la posible colaboración de Estrada en esta, habría que recordar que, para la colección Cvltvra, tradujo el volumen dedicado a Jules Renard y en México Moderno tuvo a su cargo la “Sección Bibliográfica”, donde contó con el apoyo de Manuel Toussaint, López Velarde, Ricardo Arenales, Torres Bodet, González Rojo, Torri y otros. Si se pondera con justeza, Estrada tendría también una presencia significativa en el proyecto de Cvltvra, en particular, y de Ediciones México Moderno, en general, con una fuerte ascendencia sobre varios de los jóvenes poetas antologados y en especial de los futuros Contemporáneos, algunos de los cuales ya participaban activamente en Cvltvra como traductores o editores, por lo que no puede descartarse su injerencia, ya como asesor, ya como modelo, en la revolucionaria Antología de poetas modernos de México, ayuna de Revolución.